Viviendo bajo el programa de protección de testigos en Estados Unidos, una situación extrema en la vida de Diego e Isabel los obligará a regresar a México y enfrentar a sus enemigos; pero esta vez sólo pueden surgir vencedores o muertos. A espaldas incluso de Isabel, Diego mantiene contacto con su madre y monitorea sus pasos para intentar protegerla. En una de las acostumbradas llamadas, Diego no logra contactar a su madre. Pronto confirma su desaparición y nadie conoce su rastro. Sospecha quienes pueden estar detrás de su desaparición, Circe o Mateo, y decide ir a México a rescatarla. Ya tiene sobre sus hombros el dolor y la culpa por la muerte de su hermano, no puede asumir una más.